martes, 28 de abril de 2009

MURCIA/ El asilo de las Hermanitas de los Pobres abre su puertas a los más desfavorecidos

Ya son 50 ancianos los que reciben atenciones en el centro, situado en Puente Tocinos
PEDRO SOLER MURCIA/ La Verdad
A las cinco y media de la tarde del próximo 1 de mayo se cumplirá uno de los grandes deseos que las Hermanitas de los Pobres han mantenido durante años: la inauguración del Asilo que han levantado en la Avenida Juana Jugán, 35 (Carretera de Puente Tocinos). Aunque hasta ayer ninguna autoridad había confirmado su asistencia, lo importante para las Hermanitas es que las puertas están abiertas definitivamente. Ya son 50 ancianos los que reciben atenciones en el nuevo Asilo. La inauguración, durante la que Miguel Ángel Cárceles, Vicario general, celebrará la Eucaristía, se completará con un vino de honor para los presentes.
El edificio consta de 91 habitaciones para servicio de los ancianos. Siete podrán ser ocupadas por matrimonios, y dispondrán de dormitorio, salón, cocina y frigorífico. En conjunto, el edificio estará distribuido de la siguiente forma.
La planta-sótano se destinará a maquinaria, lavandería y almacén. La planta baja, para zonas comunes, como cocina, comedor, cafetería, peluquería, biblioteca, capilla, sala de manualidades y sala polivalente con su teatro, en el que podrán actuar los propios ancianos y grupos que deseen mostrar su actuaciones. La planta primera dispondrá de una zona destinada a mujeres y otra para hombres, en la que estarán los ancianos que deban ser asistidos. La segunda, también con zonas separadas para hombres y mujeres, se destinará a los ancianos que no necesiten atenciones especiales, y para el servicio médico, sala de rehabilitación y habitaciones para matrimonios. La planta tercera estará ocupada por las religiosas.
El proyecto y realización de la nueva residencia, obra del arquitecto Héctor Hernández, se iniciaron el 23 de julio de 2001, cuando fue derruida la anterior, dañada por un terremoto y afectada por problemas freáticos. Aunque se rumoreó que la pretensión de las Hermanitas era la venta del solar para especular -incluso hubo empresas que se interesaron por él- se impuso, por supuesto, el interés auténtico de las religiosas: acoger a los pobres. Las obras definitivas se iniciaron el 24 de junio del 2006, cuando el capellán de las Hermanitas, Juan Mendoza, en sustitución del obispo Javier Azagra -quien no pudo asistir por hallarse enfermo participó en la bendición y colocación de la primera piedra del edificio, que el viernes abre sus puertas de modo oficial.
El deseo de las religiosas era que la empresa constructora se comprometiese a finalizar la residencia para la pasada primavera. Se impuso el retraso, y fue a finales del pasado año cuando estaba prácticamente finalizada. Todavía, sin embargo, restaban los últimos retoques interiores y exteriores y la organización del funcionamiento interno.
«Falta de vocación»
Ahora, las religiosas reconocen que existe un problema más grave, la falta de vocaciones, aunque confían en que su Congregación les proporcione -si no surgen en los ámbitos más cercanos- las religiosas necesarias para prestar la mejor atención.
El presupuesto inicial estaba fijado en 9 millones de euros, pero ascendió hasta los once. En su momento, las propias religiosas afirmaban con rotundidad que el dinero les iba llegando «gracias a la Providencia», ya que, pese a la promesa de ayuda de determinados organismos oficiales, no llegó a concretarse de modo definitivo.
El dinero en efectivo para levantar la residencia ha llegado de la propia Congregación de las Hermanitas de los Pobres, quienes tampoco se muestran muy satisfechas con la respuesta que su petición obtuvo de la ciudadanía en general, cuando hicieron público un número de cuenta -el 2043-0055-78-0900543707, en las oficinas de Cajamurcia, con la confianza de que las ayudas, anónimas o no, les iban a suponer un gran alivio. Además, sor Antonia y sor Inés, se responsabilizaron de solicitar dinero de casa en casa, pese a que la edad les impedía acceder con facilidad a los edificios.
También se mostraron dispuestas a aceptar las visitas de donantes a la residencia, porque «nuestro interés máximo sigue siendo obtener toda la ayuda posible. Estamos en una época de crisis, pero nuestras peticiones no pretenden grandes desembolsos, sino generosidad constante de todas las personas, aunque sea a través de pequeñas cantidades».
A la nueva residencia de las Hermanitas de los Pobres ¿irán los pobres o quienes puedan pagarse su cómoda habitación? «Vendrán los pobres», afirma sor Bernardita. «En todos los capítulos generales de la orden se mantiene que la Congregación esté al servicio de los pobres». ¿Y si hay matrimonios que quieran pagarse su habitación? «A las personas que puedan pagarse una habitación se les orienta para residencias de pago. Cualquier matrimonio que tenga una pensión o bienes de los que pueda vivir honestamente, no puede venir a este centro. Existen matrimonios con unas pensiones mínimas, que encuentran dificultades para ir a otras residencias, porque suelen ser carísimas. Entonces se estudian esos casos. Cualquiera que se considere pobre puede venir. Hablaremos con él, para conocer sus necesidades». ¿También quienes están en la calle, pidiendo limosna? «Pueden venir. Lo que sucede es que muchos no querrían, o no tendrán la edad, ya que acogemos de 65 años hacia arriba. De ser así, si vinieran, serían los primeros en quedarse».
La historia de las Hermanitas de los Pobres en Murcia se inició el 26 de febrero de 1878, con la llegada de 4 religiosas de la orden. Alquilaron una casa junto al Malecón, en la que instalaron su primer asilo. Dos años después se trasladaron a Santa Eulalia y, de allí, al Portillo de San Antonio. A principios de los 60, adquirieron el solar de la actual residencia.

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