lunes, 19 de diciembre de 2011

LORCA/ Al borde del abismo

Los comerciantes dicen no haber recibido ni un euro del dinero prometido para reformar sus locales

La opinión
ISABEL LARA ­Las ayudas prometidas y tan anunciadas por el Estado y la Comunidad Autónoma desde hace más de siete meses nadie sabe dónde están.

Los comerciantes lorquinos afirman que, a excepción de lo abonado por sus seguros, no han recibido ni un solo euro para arreglar y reformar sus locales comerciales. La mayoría de negocios, sobre todo los del barrio de La Viña, quedaron completamente asolados por los seísmos, pero a nadie parece importarle que estas pequeñas empresas puedan remontar su actividad cuanto antes.

«El único favor nos lo ha hecho el dueño del local, que nos aplazó tres meses el pago del alquiler», dice Jose, que tiene una floristería en pleno centro de la zona cero de los terremotos. Esta empresaria explica que empezó a moverse para lograr ayudas económicas la semana después de los seísmos «y los bancos y la Cámara de Comercio siguen sin saber nada del asunto». Jose tuvo la tienda cerrada durante un mes y hasta hace poco ha estado funcionando a medio gas. Pero su mayor problema no es ése, sino la falta de clientes. «Han bajado entre un 80 y un 85%. Como alguien no nos ayude, los pequeños negocios terminarán por hundirse», explica con tristeza.

A pocos metros de su local, Sara acaba de reabrir su tienda, Caprichitos. Ha tenido que cerrar durante siete meses debido a los daños que tenía su local. «Mi casa también quedó asolada, así que en una tarde nos vimos en la calle y sin negocio», dice abrumada. Si no llega a ser por el seguro y por unos pequeños ahorros, todavía no habría podido abrir. «Los comerciantes estamos totalmente perdidos porque no sabemos a quién acudir ni qué hacer», señala. Sara tiene todas sus esperanzas puestas en la campaña de Navidad y espera poder recuperar, en parte, las ventas que durante estos meses ha perdido. «Vamos a tener que luchar más que otros años», dice. Ella lo intentará, aunque no está muy convencida de que la caja se llene porque «el barrio está desierto».

Y es cierto. La Viña aún no se ha recuperado y pasará mucho tiempo para que el bullicio vuelva a sus calles. El derribo de varios edificios y el miedo, aún presente en la zona, provocó el éxodo masivo de muchos vecinos que aún no han regresado al barrio. «Si es que no hay gente, no se ve un alma», se queja Katy, que despacha a un par de clientas en su mercería, aún en obras, y en cuyo escaparate se puede ver un cartel de ´Se vende´. «Yo quiero cerrar ya, aunque no cobre la jubilación. Ya no puedo más».

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